jueves, 3 de febrero de 2011

Wishful thinking



Creo que el proyecto para instalar este "punto de recarga de vehículos eléctricos" ganó en el concurso al plan para instalar la lanzadera para vuelos tripulados a Marte.

LOS BORRADORES DE LIBROS

Justo antes de salir de casa metí, un poco a boleo, unos 40 libros en el iPad. En el metro, y para celebrar que había encontrado sitio me dediqué a hacer el escrutinio de lo que había metido. Abría los nuevos libros, les echaba un vistazo y, si no me gustaban, le daba al botón de "Borrar". Estando a la mitad de este proceso me di cuenta de que la chica que estaba sentada a mi lado, también ella lectora, estaba espantada con lo que yo estaba haciendo. ¡Borrando libros! De repente yo era un Torquemada que había hecho una hoguera ahí, en la mitad del vagón del metro, y se había dedicado a arrojar a las llamas los Galileos, los Voltaires, los Wildes y los Joyces del siglo XXI.


Por mucho que asombre esa conclusión, está perfectamente en línea con quienes piensan que copiar un libro o un CD es lo mmismo que robarlo. Borrar una contenido digital sería entonces el equivalente de destruir su homólogo en el mundo físico. El trailer condenatorio de los infames "borradores de libros" sería del tipo: "Tú no quemarías un libro, Tú no quemarías un coche, etc"


Terminé borrándolos casi todos, pero aunque eliminé de mi iPad algunos muy malos, no me hago la ilusión de que de verdad los destruyera del todo.

martes, 1 de febrero de 2011

Paradojas 2


Si pulsas "Aceptar" cancelas. Si pulsas "cancelar" cancelas la cancelación. Es dudoso si pertenece a la etiqueta de paradojas o a la de retruécanos. De Adobe Acrobat.

Esperar


Una pieza clave de la educación griega eran los progymnasmata, ejercicios retóricos en que los discípulos tenían que resolver con estilo un problema literario. “¿Qué exclamaría Hécuba tras la toma de Troya?” “¿Qué le diría Agamenón a Clitemnestra al enterarse de su asunto con Egisto?” etc. Eso sería una ethopoeia, pero hay ejercicios múcho más difíciles (véanse los opúsculos de Sinesio).

La editorial Routledge sacó en 2001 la colección “Thinking in action” que es una serie de ensayos de tamaño mediano, soberbiamente escritos a veces, sobre los temas más dispares. El diseño de la colección afecta hasta el título de cada volumen. Algunos son el inevitable tema de moda: “on the Internet”, “on Privacy”, “on Cloning”. Otros son temas filosóficos, generalmente éticos, que nos hablan de una tercera sofística: “on Delusion”, “on Shame”, “on Being Authentic”. A veces son temas difíciles que el autor puede hacer mucho más difíciles, como “On Cosmopolitanism and Forgiveness” de Derrida.

Pero el tema del erudito ensayo de Harold Schweizer “On waiting” (“Sobre el esperar”) le habría supuesto un reto al propio Sinesio. Hay pocos temas que, a primera vista, resulten tan poco sugerentes, vital o literariamente como la espera. Hay, sí, alguna obra teatral (ninguna anterior a la que provocó Godot) sobre el asunto, y alguna novela. Y admito que le debo a mi padre el conocer la existencia de otro ensayo, y español: “La espera y la esperanza” de Laín Entralgo. A ciegas sobre los méritos del libro de Laín, creo que éste de Schweizer merece destacarse por méritos propios:

Entre la espera y la resignación, el aburrimiento y el deseo, la realización y la inutilidad, la espera se extiende a través de desiertos planos mentales y emocionales. Los que penetran dentro, o pasan a través de ellos se encuentran a sí mismos ante una ejemplar aporía existencial: disponer de tiempo sin haberlo deseado.

La espera, en mi opinión, produce miedo. El remedio de la espera es casi siempre de dos tipos, y yo soy de los que generalmente opta por la lectura, antes que la conversación. Es decir, que me inclino por la prevención frente al simple tratamiento de los síntomas. Pero esto me ha exigido, desde la más temprana edad, salir a la calle con al menos un libro (según la duración, ocasión o lugar del previsible tiempo de la espera). De ello se han resentido todos los bolsillos de mis chaquetas y abrigos, e incluso mi espalda. Pero casi todo esto se solucionó en el glorioso momento, punto de inflexión en la Historia de la Espera, en que aparecieron los lectores electrónicos. En un iPad o Kindle puedo llevar más libros de los que lograré leer en un año, diccionario incluido. Y no tengo que forrarlos con plástico, como he hecho siempre con los libros que ambulant cum domino. Lo único que debo recordar es cargar las baterías. Coger el iPad es algo tan automático como coger las llaves, la cartera y el móvil.

De estas cuatro cosas, las llaves pronto dejarán de ser necesarias. En cuanto a la cartera, su principal función es llevar el dinero y la documentación. En poco tiempo el móvil sustituirá a las tarjetas, que casi han reemplazado al dinero corriente. Con ello sólo necesitaremos la cartera para llevar la identificación, pero con tal cantidad de datos personales y biométricos como recoge nuestro gobierno, todos accesibles online, pronto no será preciso ni llevar documentación. Bastará con presentar a inspección nuestra retina o el pulgar; con un clic, el funcionario de turno podrá sacar nuestro expediente universitario o nuestro historial en la Seguridad Social. No es que esté deseando que llegue tal momento. De hecho espero que la sociedad española despierte un día de su letargo respecto a estos asuntos. Pero al menos ese día podré salir sin cartera.

Tal día sólo será necesario salir con el teléfono y el lector electrónico, probablemente ambos en el mismo aparato. Con ello, cualquier espera será mucho menos temible. Lo siento por Schweizer si a partir de ese día la gente convierte la lectura en exclusivamente un paliativo de la espera porque ¿quién querría leer un libro sobre la espera, mientras está esperando?

Afterthoughts

¿Cuál es el antónimo de “espera”? Desde luego no es la desesperación. Vitalmente, casi lo contrario de waiting es lingering, otra palabra para la que no hay traducción en español. Igual que ocurre con serendipity, o samizdat, para las que supongo que recurriremos al préstamo léxico.

Para otras palabras de las que carecemos, pero de las que una sociedad debería sentirse orgulloso de no tener (eg. Schadenfreude), el préstamo es siempre lo más digno.

domingo, 30 de enero de 2011

RESPUESTAS A UN FUMADOR FRUSTRADO

Oír los argumentos de los fumadores recalcitrantes en contra de la ley antitabaco es un auténtico curso acelerado de uncritical thinking. Pero escuchar las falacias que pueden oírse en algunos medios de comunicación en contra del Gobierno que ha promovido esta ley resultaría simplemente cómico si no estuviera por medio la salud de tanta gente (en la práctica, de todos.)

Las drogas funcionan así: engañan al cerebro para convencerle de que, en el fondo, las necesita. Y lo consiguen casi siempre. Cuanto más inteligente sea la persona que entable un diálogo con las drogas, más ingeniosos o intrincados serán los sofismas que fabricará su cerebro para convencerse de que, en el fondo, puede seguir fumando. Da igual que hace sólo una hora pensara lo contrario: las drogas tienen el ingenio de Oscar Wilde y el músculo de la mafia albanesa.

Voy a poner aquí un solucionario estándar (ampliable) a las preguntas, retóricas en su totalidad, que suele plantear el fumador frustrado a la segunda hora de mono de nicotina, arruinando lo que hasta entonces podía haber sido una perfecta conversación.  Espero que esto contribuya a reconducir el diálogo entre los consumidores y los no consumidores.

P: ¿Si está prohibido fumar, por qué ponen un cenicero?

R: Mira, este cenicero lleva aquí desde 1954, cuando fumar era todavía cool, aunque no existiera la expresión. Lo han usado unos 165.000 clientes, lo que supone unos 25.000 casos de cáncer. Por esta razón los dueños del local lo han conservado como monumento en su memoria. Inicialmente habían pensado en llenarlo con las cenizas de algunos fumadores pasivos que fallecieron por enfisema pulmonar, pero las absurdas normativas españolas sobre disposición de cadáveres les obligaron a cambiar de idea.

P: ¿Si fumar es tan malo, por qué no lo prohiben totalmente?

R: Anoto la idea. De todas formas, yo creo que el legislador ha sido bastante prudente para no poner fuera de la ley a casi la mitad de los españoles. Lo último que necesitamos es otra ley que penalice las conductas habituales de los ciudadanos en su comportamiento particular. No queremos más mafias que se enriquezcan a costa de los ciudadanos. Fumar sigue siendo peligroso, dañino y de mal gusto, pero lo puedes seguir haciendo legalmente, donde no le hagas daño a nadie más que a ti mismo. Por cierto, te huele el aliento.

P: Esta medida va contra la libertad individual. Prohibir es siempre malo, malo, malo

R: El respeto a la libertad individual por parte del estado se basa en la capacidad del individuo para tomar decisiones racionales. Por esta razón no se les otorga completamente este derecho a los recién nacidos, ni a los perturbados mentales, ni a las personas bajo el efecto de las drogas. No es que tenga que ver con el tema pero ¿no te parece raro que Teresa, que es mi ejemplo a seguir en todo lo que se refiere a la educación y el cuidado de los niños, no pueda dejar de fumar delante de ellos, y que lo siguiera haciendo durante el embarazo?

P: ¿Por qué no dejan que sean las personas las que resuelvan entre sí si se permite fumar o no?

R: Se ha intentado durante unos cien años, y no dio resultado. Hace un mes, cuando estábamos comiendo en un restaurante, una amiga sacó su cigarrillo, encendió en mechero y cuando lo iba a aplicar a su cigarrillo me preguntó ¿Os importa si fumo? En ese momento la persona que estaba enfrente acercó la mano al plato de mi amiga, le cogió el solomillo y le dijo ¿no te importa, verdad? Ni así cogió la idea...

P. Bastaría con pedirlo por favor...

R. La gente no dice "¡por favor!" y se queda en el lado izquierdo de las escaleras mecánicas; No dice "¿Os importa?" y se instala en medio de las puertas de salida del metro. ¿Quién ha dicho que baste decir por favor para poder comportarse como un sociópata? Ale, paga tú las bravas.

The Ionian origins of Greek Philosophy

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