miércoles, 8 de junio de 2011

Una propuesta para un nuevo modelo de distribución de contenidos digitales

La cuestión es: ¿Se puede idear un sistema de la distribución de contenidos digitales que maximice el disfrute de estos bienes por el mayor número de personas en todo el mundo, y a la vez recompense con justicia a sus creadores?

Creo que es un problema fundamental de nuestro tiempo. En la actualidad Internet ofrece la posibilidad de compartir libre y gratuitamente todos los contenidos digitales (compartición de ficheros en redes P2P, webs de streaming, de descargas, etc) pero los creadores no son normalmente recompensados por estos sistemas, por lo que obviamente esta situación de facto actual debe hacerse evolucionar hacia un modelo más justo de retribución de los creadores (y otros partícipes en la producción, como las editoriales, productoras etc.)

Los principios desde los que yo creo que puede abordarse este problema son:
  1. El acceso a la cultura (incluimos aquí el arte y la ciencia) es un derecho humano, universal.
  2. El acceso a la cultura lo más amplio posible, sin diferencias geográficas, económicas, de credo, sexo, etc. se promueve en interés de toda la Humanidad en su conjunto.
  3. El coste de duplicación de los contenidos digitales es casi cero, a diferencia de cualquier otro bien dentro del comercio; incluso a diferencia de los bienes culturales no digitales.
  4. Internet hace posible un acceso universal a la información transmitida en formato digital.
  5. El acceso a Internet (que es lo mismo que decir a la comunicación en el mundo digital) es un derecho humano, exactamente igual que el acceso a la vivienda, al trabajo, al agua o a la cultura.
  6. Los creadores, y todos los que intervienen como parte necesaria el proceso de creación cultural, científica o artística, tienen que ser retribuidos por su labor. Los creadores de contenidos digitales no tienen por qué ser una excepción.
De todo ello se deduce un principio para que actúen los poderes públicos:
Los contenidos culturales digitales (donde se debe incluir Ciencia y Arte) son un "pool", un repositorio, que pertenece a la Humanidad en su conjunto: son creación del espíritu humano; son parte necesaria del desarrollo individual y colectivo y además, son replicables eternamente a un coste que es casi igual a cero.

Por tanto, todas las personas deberían tener derecho a acudir a ese repositorio y tomar de él lo que estimen conveniente, así como a aportar al mismo todo lo que sean capaces de ofrecer, garantizando una remuneración justa a todos los agentes que hacen posible estos contenidos.


Una propuesta para un nuevo modelo de distribución de contenidos digitales

Es preciso idear nuevas formas de distribución de los contenidos culturales, y por una vez, es posible hacerlo mediante el diálogo entre creadores y consumidores. Por ello podemos plantearnos un modelo de distribución radicalmente nuevo que responda al hecho (inaudito en la historia de la humanidad) de que un producto de la creación humana concreto, reconocible, muy elaborado y estimable por la comunidad (en resumen: un producto cultural) puede ser infinitamente reproducido con un coste que tiende a cero. Con estas características, las leyes del comercio habitual ya no sirven y la distribución de los contenidos culturales debe hacerse de forma radicalmente distinta a la que conocemos.

Esta es mi propuesta:

Puesto que los contenidos culturales son un repositorio de acceso universal, los estados deben calcular cuánto deben poner para mantenerlo. La estimación debería hacerse en función del PIB de cada país. Por ejemplo, si a España le corresponde contribuir en la cantidad de X, el Gobierno español debería calcular en sus presupuestos cuál es la aportación que debe hacer cada ciudadano en función de sus ingresos (en resumen, a la hora de hacer su declaración de la Renta.)

Dado que estamos hablando del uso y disfrute de contenidos digitales que se distribuyen por Internet (y las redes que se creen en el futuro) debería implementarse un sistema anónimo para cuantificar el uso que cada ciudadano hace de los bienes digitales. La base de tal sistema ya existe: se llama browser o navegador, y lo que habría que implementar (no digo que sea fácil)  es la forma de contabilizar las descargas, visitas a páginas web, streaming etc que haga cada usuario. Los datos sobre "consumo de bienes culturales" se agregarían de forma anonimizada para que periódicamente se liquidara a los creadores (de todo el mundo) una cantidad calculada en función, entre otras cosas, del número de visitas y descargas de los usuarios.

Pondré un ejemplo concreto: A Juan, que gana 1500 euros netos al mes le corresponde pagar en España una cantidad de 30 euros mensuales por contenidos culturales digitales; esta cantidad la paga de sus impuestos y le da derecho a descargar, escuchar, visualizar, etc. cualquier contenido cultural de la web, sin límite. Su "browser optimizado" lleva la cuenta de sus descargas, visitas a páginas etc. de forma encriptada. A final de mes, este browser manda con su consentimiento los datos anonimizados de "consumo digital" a una oficina que se encarga de agregar tales datos para distribuir la remuneración a los creadores (y agentes necesarios del proceso creativo: universidades, editoriales, productoras, distribuidoras, etc). Esta oficina tiene un servicio de compensación con las oficinas equivalentes de los países que hayan implementado este sistema para retribuir a los creadores (científicos, etc.) de otros países.

Debe tenerse en cuenta que este modelo no abarca todos los bienes culturales, ni
todas las formas de remuneración de los creadores: solamente se refiere a los bienes digitales, y por tanto la distribución de otro tipo de contenidos se haría de una forma más cercana a la tradicional, y naturalmente sería otra fuente de ingresos para los creadores y pensadores.

Es evidente que el sistema presenta varios aspectos problemáticos, incluso dejando de lado las reticencias a hacer cualquier cambio que son consustanciales a las industrias de contenidos. Mencionaré algunos de estos problemas, y una vía para solucionarlos.

a) ¿Cualquier contenido digital puede participar en este sistema?
Probablemente no. Una buena parte de la población no estará de acuerdo en que sus impuestos se usen para recompensar a los productores de porno, por ejemplo. Aunque la definición de qué contenidos se deben incluir debería ser lo más amplia posible, siempre quedarán contenidos que, aunque se consideren legales, no son adecuados para este método de distribución. Quedará un mercado de pago tradicional para estos bienes.

b) ¿Y la anonimidad?
Este es un peligro, indudablemente, pero la solución es tecnológicamente factible. En último caso, si un ciudadano no quiere arriesgarse a que su gobierno sepa que lee o simpatiza con las opiniones de un autor o tendencia determinados, por ejemplo, siempre podrá adquirir esta información en un mercado tradicional.

c) ¿Más burocracia?
Un poco más, si, pero en su grandísima mayoría es del tipo que deben gestionar los ordenadores  (es decir, de la barata).

d) ¿Más impuestos?
Habría que ver si la cantidad de problemas que resuelve este sistema no redunda a la larga en una reducción de los impuestos.

Obviamente estas son solo unas pinceladas de un sistema muy complejo. En todo caso creo que un sistema que haga de verdad universales la gran mayoría de los contenidos culturales y a la vez retribuya adecuadamente a los creadores no sólo es una tarea urgente y de justicia, sino que además irá en beneficio de todos

Algunos estados (como los USA, el país con mayor porcentaje de población reclusa de todo el mundo, o como Gran Bretaña) han elegido ya la vía represora y prefieren mandar a sus ciudadanos a prisión antes que pensarse seriamente si es de verdad apropiado distribuir los bienes culturales (cuyo costo de reproducción y distribución es casi cero) usando el mismo sistema que se inventó para vender coches, cereales y sillas eléctricas.

Yo creo que se puede hacer mejor.


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Nota (08.06.2011, 10:32) Richard Stallman me hace notar con razón que el término "compensar" no es el adecuado para hablar de lo que deben recibir los creadores por su trabajo. Lo he sustituido por "remunerar" o "retribuir", que es mucho más ajustado para describir lo que pretende conseguir este sistema.

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